Un amable visitante ha dejado un comentario en base al cual, con la pregunta ¿Como te atreves a comparar la unidad de ese archivo con el Prado?, manifiesta su inquietud acerca de cierta observación que realice en un anterior comentario.
Me atrevo a hacer la comparación en primer lugar utilizando mi legítimo derecho a la libertad de expresión. Gracias a Dios los divertidos amigos del Movimiento Stalin Live todavía no han triunfado y en segundo lugar por lo que digo a continuación.
Mi amable visitante manifestaba ofendido “Que yo sepa en el museo del prado no se encuentra ningún cuadro robado a punta de fusil a nadie... ”.
En fin. Puede ser cierto que en el Museo del Prado no existan muchos cuadros u obras de arte que han formado parte de un botín de guerra y que aún no han sido devueltos a sus legítimos dueños. Desde luego en el Louvre y en el Museo Británico se encuentran más ejemplos de obras de arte arrancadas como botín de guerra y que ahora se exhiben con todo orgullo en sus salas.
Pero en el Museo del Prado también existen. El cuadro más famoso es la “Inmaculada de Murillo”. Este cuadro, como muchos otros que nunca volvieron, fue robado por el Mariscal Soult, militar francés que durante la ocupación francesa que España sufrió en el siglo XIX, lo tomó “prestado” de la Iglesia de los Venerables de Sevilla.
Después de estar dando tumbos por Francia durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX el cuadro acabó en el Louvre, el cual, tuvo la gentileza de enviarlo a España en el año 1941, pero no a la Iglesia de los Venerables, sino al Museo del Prado. Espero que Manuel Chaves, al conocer esta historia, se lance, en defensa de los legítimos derechos de Andalucía, a reclamar que ese cuadro vuelva a la Iglesia de la cual, por obra de los franceses, no debió nunca salir. Ciertamente lo hará.
A estas alturas del siglo XXI numerosos museos poseen obras de arte que proceden de diferentes actos de pillaje, botines de guerra y expolios. Gracias a Carod Rovira, todos esas obras de arte, van a volver a sus legítimos dueños. El Museo del Prado, el Louvre y el Museo del Prado ya los están embalando para devolverlos a sus legítimos dueños.
Con toda seguridad.
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